Letizia paseando y Marie Antoniette pariendo

¡Hola amigos del blog!

Esta semana la reina Letizia se fue de paseo por tierras donde hay mucho dinerillo. Y se esmeró de acuerdo con esta escala de valores. En algunas ocasiones la vi muy bien vestida, en otras no tanto, pero es evidente que intentar, lo intentó.

Veamos un poco de cada atuendo que nos regaló:

Viaje de Estado de Sus Majestades los Reyes a la República Árabe de Egipto

Sus Majestades los Reyes han realizado un Viaje de Estado a la República Árabe de Egipto del 16 al 19 de septiembre, que ha servido para poner de relieve y reforzar los lazos y las relaciones bilaterales entre ambos países.

Primera aparición: despedida en España y abordaje del avión

Letizia lució un traje de chaqueta y pantalon a juego azul bebé, creo, que le ajustba muy bien. Iba apropiada para un vuelo, y no llevaba ninguna joya, con lo cual parecía una guapa integrante de la comitiva del rey, pero no la consorte.

Segunda aparición: Recepción a la colectividad española residente en Egipto

Aquí Letizia recurrió a un socorrido vestido negro, sencillo, sin absolutamente ninguna joya que la distinguiera como representante de la corona, y con una cara de que no podía esperar a que acabara aquello para darse su paseo por donde realmente le interesaba.

Tercera aparición: Visita a la Región Militar Central de la Fuerzas Armadas de la República Árabe de Egipto

En esta visita, Letizia se pasó un cepillito por el pelo, cosa que se agradece, y lució un vestido blanco de falda de mucho vuelo, estilo sesentero. Con unos tenis blancos y unos calcetines cortos hubiera quedado perfecta para bailar el twist. Solo que se notaba que ese vestido costaba lo suyo. La tela exquisita parecía rezumar dinero por todas partes. Como siempre, consiguió aterrizarlo con unos zapatos sencillos y no utilizando ninguna joya que la distinguiera como una reina. A mí me pareció un estilo un poco juvenil para su edad. Como dijo una comentarista, no basta estar esquelética; hay otros factores a tener en cuenta al vestirse, especialmente si las fotos del atuendo vana a dar la vuelta al mundo.

Cuarta aparición: Paseo nocturno por Egipto

En este paseo ya se la nota un poco más contenta. Los ojos sonríen, seguramente pensando en cuantas nuevas imagenes, aromas, sonidos, sensaciones podrá acumular en su cerebro, atiborrado ya de cosas interesantísimas. En esta foto la vemos con un traje azul rey, bastante discreto, cosa que se agradece cuando aparece al lado de Felipe, y con unos pendientes bonitos. Tal vez no sea muy práctico andar con joyas colgando cuando hay que andar sobre arenas y lidiar con ventiscas. En este caso veo bien que no haya lucido más joyas.

Quinta aparición: Visita a la Ciudad de los Muertos

Bueno, todo rato sabroso dura poco, y aquí vemos otra vez en los ojos de Letizia que ya no sonríe, que otra vez está allí por obligación. No sabremos por qué está tan molesta, pero se nota que no quiere etar allí. ¿Tal vez quiere que acabe pronto esto para irse a otro paseo?

La vemos con una chaqueta tremendamente ajustada, que le hace ver los hombros más anchos de lo que son. Unos zapatos cómodos que le quedaban muy bien, y unos pendientes informales. También parece que se peinó para esta salida. Menos mal.

Sexta aparición: Visita al templo de Hatshepsut en Luxor

Letizia fue a ese templo con un elegante traje blanco, zapatos y bolso dorados, y un top lencero, como a ella le gustan. Ya se le había desconfigurado un poquito el peinado, pero supongo que no hay tiempo para arreglarse con tantas ocupaciones.

Septima aparición: Recorrido por el museo de Luxor

Los reyes se cambiaron los atuendos por otros más informales, y dieron una vuelta por el museo. En alguna foto Felipe parecía tener un poquito de barriga, pero yo supongo que era por la pose. Letizia iba estupenda con una camisa blanca «apretadita, apretadita» con un cinturón del mismo color. Volvía a parecer contenta.

Octava aparición: Despedida y salida para España

Con los mismos atuendos con los que visitaron el museo, los reyes se despidieron de Egipto. Letizia se recogió el pelo y se puso sus gafas oscuras, no sin antes apretar y retorcer un poco más el nudo de su cinturón. ¡Buen viaje, reyes!

Marie Antoinette, a parir

En 1777 la situación política se calentó: un hermano de Marie Antoinette se propuso invadir las tierras donde había nacido uno de sus cuñados, el esposo de Maria Cristina, y pretendía tener todo el apoyo de la familia. Louis XVI estaba de mucha amistad con los Estados Unidos y no tenía muchas ganas de meterse en jardines, entonces era el momento de que su esposa Marie Antoinette demostrara sus capacidades para la política probando a ver si sería capaz de convencer a su marido de ayudar. Pero no lo consiguió y quedó no solo como una intrigante, sino como una intrigante fracasada.

Sin embargo, la providencia se apiadó una vez más de la reina de Francia, y para 1978, concretamente en Abril, las cortes informaron que Marie Antoinette no había tenido su «indisposición» mensual, y para Junio ya era seguro que estaba embarazada. Esto supuso una gran dicha para los reyes, pues un heredero venía en camino. Marie Antoinette quiso anunciar su embarazo al pueblo aportando una donación de 12.000 libras para liberar a los hombres encarcelados por deudas no pagadas a las nanas de leche. Aunque quería hacer un gesto que la congraciara con la gente, lo que pasó fue que los tabloides empezaron a insinuar que el hijo que esperaba la reina no era del rey, sino de alguno de sus -según ellos- muchos amantes. Como ya sabemos, Marie Antoinette no era muy dada a los placeres del dormitorio y seguramente no tuvo amantes que la embarazaran esa primera vez.

El 19 de Diciembre de 1778, a la 1:30 de la mañana, y en presencia de todos aquellos que por derecho de cuna y nobleza podían estar allí, Marie Antoinette comenzó el trabajo de parto. A eso de las 11 de la mañana nació una niña, Maria Teresa, y la parturienta se desmayó sin conocer el sexo de su bebé. Había tanta gente en el cuarto, todos hablando al mismo tiempo, que nadie reparó en que Marie Antoinette se sofocaba en su desmayo y probablemente estaba perdiendo sangre. Cuando volvió en sí, le comunicaron que había parido una niña, y la pobre se echó a llorar.

Maria Teresa, la que debería ser una abuela feliz, estaba, por supuesto, muy enojada con su inutil hija. Ella necesitaba un heredero varón, y una niña no servía para nada. Para completar, Marie Antoinette se enfermó de sarampión, y tuvo que ponerse en cuarentena. Para entonces Louis XVI estaba ya muy apegado a ella, y se cuenta que pasaba ratos al pie de su ventana, hablando a gritos con ella, para evitar el contagio, y diciéndole las palabras más cariñosas.

Y aquí termina este episodio de la vida de la Reina de Francia. La dejamos en buenas relaciones con su marido, con una niña a la que quería tanto, que hasta le dio pecho por un tiempo, cosa que las reinas no hacían, y con muchas ganas de encargar pronto el heredero varón del trono que tanto se necesitaba.

Comentario foto

despedida

¡Saludos y hasta la próxima!

(*) Fraser, A. 2002.Marie Antoinette: The Journe. Weidenfeld & Nicolson