Progresos en el Club de Lectura: Nicky se fue a la guerra, ¡qué dolor, qué dolor qué pena!

Fotomontaje de Letizia en el periódico que anuncia la abdicación del Tsar Nicholas

 

Se declara la guerra con una ceremonia fastuosa en el Winter Palace

El Winter Palace, con la plaza más grande del mundo

La tercera parte del libro de Massie es triste y dolorosa: todo es peleas, muerte, sangre. El primer capítulo describe cómo fue la fastuosa declaración oficial de “el inicio de las hostilidades” entre Rusia y Alemania. El 2 de agosto de 1914, Nicholas y Alexandra desfilaron en la plaza del “Winter Palace” y anunciaron de manera oficial el inicio de la guerra. Alexis estaba enfermo, como casi siempre y no pudo asistir a la ceremonia. Se quedó llorando en cama, describe Massie.

Pero el 17 de Agosto, en Moscú, sí que tuvo el tsarevich la oportunidad de asistir al desfile en el que los emperadores se encomendaban a su dios y pedían ayuda durante el conflicto. Como seguía tan enfermo que no podía andar, un cosaco lo tuvo que llevar en brazos.

 

Nicholas y Alexandra en el desfile de guerra. Alexis en brazos de un cosaco
Nicholas y Alexandra en el desfile de guerra. Alexis en brazos de un cosaco

 

Nicholas y Alexandra en el desfile de guerra. Alexis en brazos de un cosaco

Durante la guerra, Nicholas estuvo trabajando fuertemente en el frente. Hay muchas descripciones sobre lo amable que era como persona. La manera como su cara se iluminaba y formaba una sonrisa sincera y radiante al recibir a sus invitados, aunque fueran emisarios del enemigo. Era todo un noble en ese sentido. También era consciente de sus limitaciones como gobernante. Aunque en teoría era todo-poderoso, en la práctica no tanto. Él lo expresaba con elocuencia: “como autócrata absoluto yo puedo ordenar cualquier cosa… lo que no puedo hacer es que mis órdenes se cumplan”.

Aunque el Tsar había llegado al trono en teoría “preparadísimo”, en la práctica había descubierto que su padre lo había mantenido todo el tiempo en la oscuridad. Nicky no quería que le ocurriera lo mismo a su hijo Alexis y por eso le quiso inculcar desde pequeñito el conocimiento de todo lo que estaba pasando. Pero la salud tan frágil del niño le impedía concentrarse en su formación para futuro emperador absoluto. Mientras Nicky andaba ocupadísimo con los asuntos de la guerra, Alexis contrajo un catarro común, y en uno de sus estornudos su naricita comenzó a sangrar sin parar, así que hubo que llevarlo a Tsarksoe Selo, el palacio favorito de la familia, para una lenta convalescencia.

Otro problema grave de Nicky era la procedencia de su mujer. Él en guerra contra Alemania; y la emperatriz su esposa, había nacido en ese país. Claro que todo el mundo en Rusia la odiaba. Ella representaba al enemigo. En la calle, e incluso entre la nobleza rusa la llamaban “la alemana”. El niño desde su cama le preguntaba a su instructor cuándo tendría la oportunidad de alegrarse; pues cuando llegaban noticias de las bajas rusas, lloraba su padre, y cuando llegaban noticias de las bajas alemanas, era su madre la que sollozaba.

Jaque a la reina

Alexandra por su parte vivía su propio drama: su hijo enfermo por un lado, y por el otro una familia que la odiaba. Especial enemistad tenía con su cuñado, Michael Nicholaievich; en quien veía a un ambicioso que lo único que quería era subir al trono. En esta visión que Alexandra tenía de Michael, mucho tenía que ver Rasputín. Siendo este un tipo ordinario, campesino, de malos modales; no estaba cortado con la madera que se requiere para capotear a la nobleza y por lo tanto, por mucho que estuviera a la derecha de Alexandra, no tenía el respeto de nadie; y Michael era uno que le trataba de manera bastante grosera. Rasputín, como cualquier persona de pocas luces, se vengaba de estos malos tratos con las armas de las que disponía: envenenaba a Alexandra en contra de Michael, diciéndole que la primera movida de su cuñado cuando fuera Tsar sería matarlo a él, un “hombre santo” que era el único que veía por la salud de su hijo. ¿Quién podría entonces ayudarla cuando el niño estuviera sufriendo, o en peligro de muerte?

Michael Nicholaievich. Hermano del Tsar. La emperatriz no lo quería mucho que digamos…

Cartas de amor

Según Massie, Alexandra escribió 630 cartas mientras Nicholas estuvo en el frente. Eran cartas llenas de amor, calidez, candidez; escritas solo para los ojos de su marido; y que ahora reposan en un museo.

Fragmento de una de tantas cartas de ardiente pasión que Alexandra escribía solo para los ojos de su ‘Nicky’

Eran las cartas de una mujer apasionada y enamorada; aún después de 20 años de matrimonio. ¡Y todavía las personas de su entorno se atrevían a llamarla “fría y tiesa”! ¡Qué poco conocían de la pasión que la quemaba por dentro!

Leyendo a Massie, creo que lo que Rasputín consiguió fue ver más allá de la “reina soberbia y estirada”, a la mujer de corazón sensible, capaz de grandes pasiones. La pasión amorosa ya pertenecía a su marido; pero el monje halló, y tuvo la habilidad para explotar un filón de la misma mina: la pasión mística, que quema tanto o más que el fuego del enamoramiento. Y por ahí se le metió Rasputín a la emperatriz. Desempeñando un papel como el mejor de los actores: el papel de un hombre santo; un “starets” enviado por Dios para curar a su hijo.

Y bueno, como “le sonó la flauta” (ardillita, dixit) pues ya que tenía la capacidad de hablarle al oído a la tsarina, ¿por qué no darle una manito a los amigos? Y como cuando hay poder, dinero, o fama, de repente uno se ve rodeado por “un millón de amigos”; pues resultó que Rasputín tenía muchos; y dado como era a las juergas y la borrachera, cada día (o cada noche) le salían más y más…

El gobierno se desintegra

Fue así como empezaron a aparecer en los ministerios y oficinas del gobierno personas que en otras circunstancias ni soñar hubieran podido con estar en aquellos cargos. Un ejemplo, el caso de A. N. Khvostov; un regordete amante de la buena comida, que dio la casualidad de estar en un restaurante comiendo mientras Rasputín se emborrachaba con algunas “señoritas”… El monje alicorado le pidió a Khvostov que reemplazara al cantante de la orquesta, pues no le estaba gustando la interpretación. En medio de los vapores de la parranda Khvostov accedió y cantó un par de tonadas (lo que en estos tiempos podría ser un karaoke)…. Adelantemos la cinta un par de días, y encontraremos al rechoncho Khvostov nombrado milagrosamente “Ministro del Interior”. Busquemos al borrachito en la Wikipedia y hasta un origen noble le habremos de encontrar; y si me apurais, reportes de que “hubo visto la luz” … ¿Ahora, quién se atreverá  a afirmar que Gregorio no hacía milagros?

Khvostov: de borrachín comelón aficionado al karaoke de principios de siglo a Ministro del Interior en tres días. Uno de los “milagros de Rasputín”

Entre tanto, en el frente…

En 1916, Nicholas tuvo que irse al frente a atender los asuntos de la guerra. Hasta entonces él había sido el gobernante autócrata de Rusia. Pero como no podía estar en dos sitios al mismo tiempo, a alguien debía dejar encargado de los asuntos de palacio mientras él peleaba. Y qué mejor que dejar a su amada esposa al frente de todo; siendo ella la persona en la que más confiaba.

Fue así como Alexandra tomó las riendas del gobierno. Y por añadidura Rasputín, que era el único que podía hablarle al oído. Después de todo, a los ojos de la emperatriz, Gregorio era un enviado de Dios; ese mismo que había puesto a Nicky a este mundo para dirigir los destinos de Rusia. ¿Qué mejor y más confiable fuente de consejo divino que su mensajero directo?

Entre Rasputín y Alexandra se encargaron de tomar todas las decisiones del estado. Empezando por echar a todo el que mirara feo al monje, y poner en todos los cargos a los nuevos “amigos” de Gregorio. Esto por supuesto no gustó para nada a la nobleza («todos esos arrastrados zarrapastrosos e ineptos en las oficinas de gobierno») y tampoco a los políticos que se habían quedado sin trabajo. Pero en un gobierno autocrático se hace lo que diga la emperatriz y punto. Y Alexandra estaba empeñada en mantener en su puesto a Protopopov, gran amiguete de Rasputín y un completo fracaso como político.

 

Protopopov: sostenido en su puesto del gobierno contra viento y marea por un Rasputín ignorante y una Alexandra ciega

La conclusión lógica era que había que quitarse del medio a quien estaba dirigiendo la voluntad de la emperatriz. Estaba claro, había que eliminar a Rasputín.

Vladimir Purishkevich lo había expresado con elocuencia en un apasionado discurso que dio el 2 de Diciembre de 1915. El príncipe Félix Yussoupov, otro inútil de la nobleza, había quedado tan tocado y convencido por las palabras inflamatorias de Purshkevich, que al final urdió un plan para acabar con Gregorio

Vladimir Purishkevich: el que dio un inflamado discurso contra Rasputín, que logró motivar a Félix para que lo matara

Ya sabemos por Concha que Félix no era más que un ricachón que gustaba de la buena vida y las relaciones sexuales con todo lo que fuera humano. Se había casado con la bella Irina en las circunstancias que Concha nos transcribió; y pensó que dada la afición de Rasputín por las jovencitas, podría utilizar a su mujer como carnada para atraerlo a una trampa.

Félix y Rasputín: el príncipe y el peatón

El príncipe Félix no era más que un millonario mimado. Su fortuna se calculaba hace 50 años entre 50 y 350 millones de dólares. En la época actual es incalculable.

Félix e Irina. Ricachones, inconscientes. Como dijo Scott Fitzgerald: saben que siempre hay alguien tras de ellos presto a levantar la porquería que van dejando atrás.

Rasputín le había caído mal desde siempre (¿malos olores?, ¿demasiado pobre?, ¿ordinario?, ¿mal amante?) por las razones que fuera, el hecho es que Félix decidió convertirse en el héroe de la monarquía eliminando a Gregorio para salvar el gobierno. Todo muy romántico; pero “no contaba con la astucia” de Rasputín.

Dan escalofríos al leer la carta que Gregorio le escribió a su amigo “Papá”, el tsar de Rusia. En ella le decía “yo ya estoy muerto”. Él ya lo había asumido, como aquellos criminales en la cárcel, que saben que tienen un código de barras en la frente y un precio sobre sus cabezas. Esos fantasmas ambulantes, que andan dentro de cuerpos prestados, sabiendo que ya no pertenecen a este mundo. Rasputín escribió eso, pero fue aún más astuto: le dijo al tsar que si quienes lo mataban eran su propia gente (pobres como Gregorio) el imperio iba a durar muchos años más; pero que si lo mataban los nobles (la gente como el tsar) el imperio se acabaría en menos de un año y tanto el tsar como su familia estarían muertos en menos de dos (¡exáctamente así pasaron las cosas!). Así, creo yo, buscaba la protección que le pudiera ofrecer Nicholas. Ya él mismo se cuidaría las espaldas de los pobres; cosa muy fácil, que consistía en protegerse con dinero; hacerse inalcanzable.

Texto de la famosa carta premonitoria de Rasputín «ya estoy muerto»

 

Muere Rasputín

Gregorio se protegió muy bien de sus hipotéticos enemigos iguales a él; y mandó un grito desesperado de ayuda al tsar en forma de carta premonitoria. Ya sabemos el fin de la historia de Rasputín, pero os lo repito: Félix lo invitó a su casa para ver a Irina (que en realidad no estaba allí) le dio un atracón de pasteles envenenados con cianuro, cuando Rasputín siguió como si nada, le pegó un tiro en el corazón y lo dejó allí tendido. Horas más tarde bajó al sótano muerto de miedo con sus cómplices y se encontró con un Gregorio enfurecido echando espumarajos por la boca. Al abrir la puerta, el energúmeno se precipitó fuera y trató de escapar. Entonces otro le pegó tres tiros. Solo atinó dos de ellos. Uno en los hombros y otro en la frente. Y como Rasputín no se moría, pasaron a las manos… o mejor dicho, a las botas. Le dieron una dura paliza. Cuando por fin el monstruo se quedó quieto, lo envolvieron en un trapo y lo enterraron en medio del hielo.

Cuando rescataron el cuerpo de Rasputín del río y le hicieron la autopsia, encontraron que tenía los pulmones llenos de agua. El hombre no había muerto por el veneno, ni los tiros, ni la paliza, ni la hipotermia. De alguna manera había salido del hoyo, llegado vivo al río y muerto ahogado. Y así terminó el hombre santo, juerguista, sucio y mujeriego.

Cae Nicholas

A Nicky no le preocupó tanto la muerte de Gregorio, como el saber que su propia gente, los nobles, los que no se ensucian una uña, hubieran llenado sus manos de sangre y de esa forma tan mugrienta. Además estaba la última carta del “starets”, que no era para nada tranquilizadora.

En Moscú la cosa estaba muy grave, la gente se moría de hambre y ese gobierno inepto (mucho más inepto de lo normal para cualquier gobierno) no podía con ninguna tarea administrativa. La cadena de suministros de alimentos estaba rota, no había comida en ningún lado y la gente se empezó a mosquear. Nicholas, lejos, no comprendía la magnitud del problema y se limitaba a mandar órdenes militares para controlar los disturbios. Y claro, de tanto matar y matar gente, un día se revolucionaron todos, se fueron en contra de los militares y tomaron control de la ciudad. Entre tanto Nicholas en la la land, dirigiendo una guerra que no iba tampoco a ningún lado; la tsarina sola en su habitación malva de Tsarskoe Selo, cogiendo el ascensor p’arriba y p’abajo para ver a sus hijas las infantitas. Todo el mundo en las musarañas mientras Rusia se derrumbaba.

Pero como dicen, solo se puede huir de la realidad por poco tiempo; y cuando la realidad alcanzó a Nicky, ya era demasiado tarde. Tuvo que abdicar y hacer preparativos para huír de Rusia con su familia. Su primera intención fue abdicar en favor de Alexis. Pero le explicaron que no podría llevarse al niño de Rusia y que tampoco podría quedarse con él para educarlo. Nicky, siempre preocupado por su familia antes que por nada más y consiente de que el niño debilucho no resistiría vivo mucho tiempo en manos de las víboras, decidió entonces abdicar en favor de su hermano Michael. Michael aceptó el cargo de tsar por poco tiempo y enseguida abdicó diciendo que solo aceptaría el trono si era nombrado por una asamblea constituyente. Intentaba así salvar su propio pellejo.

Esa noche, Nicky cenó con su madre en el vagón privado en el que ella llevaba viviendo varios días, y luego cogió su otro tren privado para ir a reunirse con su familia en Tsarskoe Selo. Ninguno de los dos sabía que esa sería la última vez que se verían.

Prisioneros

En Tsarskoe Selo, Alexandra dormía sola, presa de grandes temores. Nunca había gozado de mucho respeto en el palacio; siempre la trataban con cierta displicencia por ser “la alemana” y por estar siempre con cara de vinagre, además de rodearse de gente que sus iguales consideraban indignos de Palacio: un monje sucio y maloliente, una campesina ordinaria; gente que los nobles despreciaban por naturaleza. La emperatriz vagaba sola por los corredores lujosos, se subía en su elevador, se recostaba en su sofá malva. Y un día le explicaron que “por su propia protección” tenían que declararla prisionera en el palacio. La pobre no podía esperar a que regresara Nicky a casa.

Y llegó el día. El tren apareció en el horizonte; se detuvo a la entrada del palacio, que permanecía cerrada; y Nicholas, el otrora Tsar de Rusia tuvo que presentarse a pie ante la reja y pasar por la humillación de responder a las preguntas “Nombre, e intención de la visita” “Nicholas Nicholaievich, vengo a ver a mi familia” (solo le faltó decir “¡Yo soy un Tsar!” Y habría quedado completo). Lo dejaron pasar, le notificaron su calidad de prisionero, y pudo reunirse con su amada y añorada Alexandra. Solo entonces pudo recostar la cabeza en los hombros de su mujer y echarse a llorar como un niño.

Lo que sigue

Falta la cuarta parte de esta historia, y como os dije desde el comienzo, la cosa no pinta para nada de final feliz. Por supuesto que l@s ardillit@s historiadores ya nos han contado con lujo de detalles el triste final; así que para la cuarta parte del libro de Massie, no espero encontrarme ni un solo punto menos triste que el tono con el que termina la tercera: Nicholas derrumbado, llorando sobre el hombro de Alexandra.

Esta tercera parte, sin embargo, es muy interesante para entender el fenómeno de la caída del imperio. Insinua Massie que todo fue culpa de Rasputín (usando a Alexandra como instrumento), pero yo creo que no se le puede achacar la responsabilidad de todo a una sola persona. ¿Y la decisión de Nicholas de ir a la guerra? ¿Acaso Rasputín no intentó por todos los medios impedirla? ¿Y la debilidad de Alexis? Esa no era culpa de Gregorio. El niño ya nació así. ¿Y la ineptitud de los nobles que solo vivían para gastar dinero y disfrutar de las mieles del tesoro público? Creo que en la caída de ese imperio hay muchos más factores envueltos. Aunque es indudable que el papel de Gregorio Rasputín manipulando a Alexandra fue fundamental, también he leído a l@s ardill@s que nos han explicado que el imperio ya venía herido de muerte desde antes.

Veremos lo que nos trae la cuarta parte, y si hay alguna conclusión que nos deje con un mejor sabor que el que ahora llevamos.

 

Edición: Libro para Noviembre

El libro elegido para leer en el mes de noviembre ha sido «Sisi, Emperatriz contra su volutad» de Brigitte Hamann. Lo podeis conseguir en cualquiera de los siguientes sitios:

Casa del libro

Amazon

Book depository

Portada del libro de Brigitte Hamann, elegido para el club de lectura de Noviembre.

12 comentarios en «Progresos en el Club de Lectura: Nicky se fue a la guerra, ¡qué dolor, qué dolor qué pena!»

  1. 1
    kiki says:

    Agnola querida, muchas gracias por este elaborado resumen, por tu gracia para contar este período tan trágico. Me encanta leerte porque disfruto tus descripciones, y ese halo de actualidad que le pones.

    En la última foto me sorprende ver al tsarevich tan grande. En mi imaginario de los Romanov él siempre aparece como un niño enfermo, y aquí ‘despista’ y se le ve fuerte.

    Lo del asesinato de Rasputín es tremendo y parece digno de un cuento o de una película, como si se reafirmara en sus poderes sobrenaturales. Y la última carta que le manda al Tsar es toda una premonición. Estoy segura que la pareja en su encierro en Yekaterinburgo debió haber pensado y comentado lo acertado de las palabras del ‘monje’.

    Espero los comentarios de los habitués de esta tertulia que tan bien complementan tu entrada. 🙂

  2. 2
    katyescarlata says:

    Agnola querida, como seguro que te temes la cuarta parte va a ser una sucesión de amarguras con un final terrorífico. En algún momento parece que es posible la salvación vía Inglaterra pero esto es como las películas de Semana Santa, que al final se pongan como se pongan Jesucristo siempre muere.
    Nicolás se sentía sobre todo un soldado, pero su empeño por marchar al frente y ponerse a la cabeza de sus tropas fue un tremendo error por dos razones: primero porque cuando las cosas empezaron a ir mal en la guerra se le responsabilizó directamente y segundo y mucho más importante porque dejó a Alix gobernando y eso fue entregar el poder a Rasputín. La sucesión de nombramientos catastróficos no era lo que se necesitaba y la evidencia de que era él quién movía los hilos terminó de achicharrar el escaso prestigio de la zarina.
    Nicolás y Alix me despiertan unos sentimientos entre lástima y ternura porque creo que ninguno de los dos merecían un fin tan dramático. Ambos hubieran sido felices después de la abdicación si hubieran podido exiliarse y llevar una vida discreta y hogareña sin grandes lujos que nunca parece que apreciaron notablemente. De hecho en esta parte final en la que les llevan prisioneros de un sitio a otro en condiciones difíciles parecen seguir disfrutando del hecho de estar todos juntos.
    Me parecen además dos personajes a los que literalmente el suelo se les abrió bajo los pies, en parte debido a sus propios errores y en parte a otras muchas circunstancias que estaban absolutamente fuera de su control. No creo que Nicolás fuera el Romanov más incompetente de la Historia, pero sin duda es el que se enfrentó a una situación más complicado de la que no sé si hubieran salido airosos algunos de sus ancestros más renombrados. Había que ser Talleyrand para salir de ésta.
    El mundo que salió de la Gran Guerra y no digamos de la Revolución había girado 180º. Cien años después es más fácil ver cómo podrían haber actuado pero nosotros ahora sabemos muchas cosas que ellos no podían ni soñar. Varios imperios se derrumbaron y otros tuvieron serias pérdidas, pero el castigo que sufrieron ellos sinceramente creo que fue superior a sus pecados.

    El libro sobre Elizabeth lo tengo en casa desde hace muchos años así que espero estar más participativa. Éste es un personaje con diferentes aristas, con más amargor que azúcar contra lo que pueda parecer y que también dará juego.
    Nueces para todas.

  3. 3
    Concha says:

    Agnola,
    Now dear comes the sad part of story… The part I did not like when I was a child. No more fancy balls, idilic summer holidays and Christmas songs: The fall of the monarchy and the end of the Romanovs.

    If we look to the history of Russia in the 2nd half of the XIX , up to the 1917 Revolution, we can identify the seeds of the fall, they are all there, but neither the Tzars, or their close advisors were able to read the signs and act accordingly.
    To be honest, Czar Alexandre II, the grand father of Nicholas, that ruled for 26 years (1855 to 1881) tried to introduce changes in the political and social environment. Those kind of changes take time to prepare and to see the light. We already mentioned here the Emancipation of the serfs, that began in 1863.
    When he was murdered, a law to create the first Parliament was ready to be promulgated.
    With his death, this process stopped. Alexis III, did not believe in liberalizations, or the need to share his divine power with others. Nicholas was educated in these beliefs! His education under the ideas of K. Pobodonostv was unfortunate. I think he lived in an bubble, not aware of what was happening around him.

    The Russian-Japanese war in 1904-05, that Russia lost, left the army disgraced and the fleet in bottom of the sea. The Bloody Sunday events in 1905 were a heavy blow in the popularity of the Tzar.
    The changes he did after 1905, under the pressure of the events, were «too little too late».
    The decision of beginning a war in 1914, instead of insisting in a diplomatic solution was a fatal one. Was he expecting to recover his lost prestige ? I guess so … But the army was not prepared, the opponents (Germany) were stronger and the country paid a high price in lives and sacrifices.
    The decision of going to the front (as an inspiration to the soldiers?), leaving the tzarina in charge was another fatal error…. The lady was not up to the task. She and Rasputin were instrumental in the collapse, that was indeed inevitable given the magnitude of
    Nicholas’s incompetence, lack of vision and gross errors.?
    That is my opinion !

  4. 4
    Concha says:

    A comment regarding the 2 photos of the War Parade in Moscow, where we see Alexei being carried by a cossack …. Not a clever thing! They could very well put the czarina and Alexei in a carriage, and the czar will lead on horseback. They were not well advised!

  5. 5
    Concha says:

    Katyescarlata #2,
    I can not say wether Nicholas was or was not the more incompetent of the Russian Czars! He was highly incompetent in a moment when the Empire was no longer incompetent proof!
    Looking back I would like he and the family were to escape Russia and leave peaceful elsewhere. But he did not anticipate what happened…. Why did not send his daughters away, in a visit to some relatives abroad? I guess I always blamed him for that …. What an ineptitude!

  6. 6
    Mariloli says:

    Agnola ¡maravillosamente sintetizado! Ciertamente si la historia de Nicky y Alix es muy compleja, la caída del imperio ruso lo es todavía más.
    Cómo bien apuntas, no fue posible salvarlo porque se había empezado a desmoronar mucho tiempo antes. Desde los tiempos del abuelo del Zar, Pedro III. Sin embargo, las circunstancias mundiales, aunadas a la incompetencia de Nicolás y la poca empatía que despertaba la Zarina, precipitaron los hechos.
    Por otro lado, la historia que popularmente se conoce del asesinato de Rasputín, proviene del propio Yussupov. Es debido a esta descripción que a Rasputín se le ha considerado un monje misterioso y dotado de poderes extraordinarios. La realidad es que a Yussupov le convenía exagerar los hechos con el fin de dar mayor peso a sus motivaciones para deshacerse del advenedizo campesino.
    Muchos años después, María, la hija de Rasputín, escribió una descripción de los últimos días de su padre y puntualizó que Grigory Rasputín detestaba el azúcar, por lo que era absolutamente improbable que hubiera consumido un plato de pasteles, y apuntaba que el resultado de la autopsia fue que el monje había muerto de «un impacto de bala en el cráneo». No por envenenamiento ni ahogamiento.
    Elucubraciones aparte, Rasputín supo ganarse a la Zarina apelando a su fervor religioso y, como dije anteriormente, al lograr la mejoría del Zarevich por pura suerte de «burro que tocó la flauta». Esto fue una gota más en el ya desbordado vaso de un imperio que se ahogaba y el final… estará en la cuarta parte del libro ?
    La gran tragedia de la familia imperial fue el no tener referencias de otros imperios que hubiesen caído en tiempos anteriores a el ruso. Ya se ve que en la europa actual subsisten bien pocas familias reinantes y, sin embargo, hay muchas más que han logrado salvar el pellejo de tener un fin semejante a los Romanov con el simple hecho de prepararse para lo peor y saber huir a tiempo.
    Me encanta el libro elegido para Noviembre. En el libro «Reinas Malditas» de Cristina Morató tuve la oportunidad de leer una breve biografía de Sissi. Así que en este podré leer mas acerca de ella.
    Nueces dulces, ardillitas.

  7. 7
    kiki says:

    Mariloli #6: yo también estoy muy entusiasmada con el libro puntero sobre Sissi…Leí el de «Viajeras intrépidas» de Morató y también el que mencionas de «Reinas Malditas», así que estoy lista para adentrarme más en la vida de esta reina que tanto inspira…Así que ojo, ardillitas, revisen bien que se trata de la Sissi contada por Brigitte Hammann y no otra de las muchas versiones…veo muy fácil comprarse el libro equivocado en un despiste.

    Concha #5: Además de la ineptitud del Zar Nicolás para verla venir y por lo menos mandar a las hijas fuera, hemos de recordar que recién tenemos evidencia del rechazo de su primo el Rey George V, abuela de The Queen, quien les negó la entrada…Bueno, un sector del pueblo inglés veía con pésimos ojos a los Zares, pero no a las grandes duquesas…bien podría haberlas enviado a ellas. Pero se ve que el estilo autocrático absolutista del trono ruso no era bien visto por ningún pueblo, no sorprende que negarles el refugio no fuera algo popular.

    Como ya intuyo el final de este trágico episodio histórico, ya estoy ávida por el nuevo libro, del que sé menos detalles intrahistóricos -el cotilleo…mmm…

  8. 8
    Marieta says:

    Agnola, muchas gracias por estos resúmenes tan originales, como dice Kiki son actuales y les das un toque de humor (No sé si adrede) pero da gusto leerlos. Ahora estoy de ardillita viajera así que no tengo mucho tiempo para leer, pero me está encantando hacerlo a través tuya.
    Katy Escarlata, que graciosa eres, todavía me estoy riendo con el «Manolete, Manolete…si no sabes torear pa que te metes» y ahora con las pelis de Semana Santa que ya sabemos el final…jajjaja…a mí me pasa con la del Titánic, siempre espero que Kate le haga un huequito a Leonardo en la tabla y no hay manera. O como en «Los puentes de Madison» y Meryl Streep a punto de irse con Clint bajo la lluvia….ainsss cómo me enrollo!!! Me voy a los otros post a comentar.

  9. 9
    katyescarlata says:

    Marieta, querida, excuso decirte cómo llevo yo toda la vida con el final de «Lo que el viento se llevó». Que la habré visto más de veinte veces, que me sé diálogos y escenas completos y que al final el capitán Bartlet siempre se esfuma entre la niebla. No digo que no tenga sus motivos, que toda la parte final es una sucesión de desencuentros pero así y todo…….Frustrada perdida.
    Pero bueno, mañana será otro día 🙂
    Besos guapa

  10. 10
    Agnola says:

    Concha, 4 Tienes mucha razón. Es inexplicable que no tuvieran el más mínimo sentido común para poner al niño en un carruaje lujoso con su madre, y que el tsar fuera al frente en un caballo. Huberia quedado mucho más imponente; y demostraría el poderío del emperador. Así como quedó el desfile, desde el primer despliegue de fragilidad ya se notaba que Rusia iba a perder otra vez la guerra, como le pasó con Japón.

    Pero como dice Massie, esas personas de la nobleza viven en las musarañas, de espaldas a todas las realidades; solo disfrutando de la buena vida que da el dinero y sufriendo con los problemas que el dinero no puede solucionar (salud, corazones rotos, crisis de fe, etc), pero todo a nivel personal, o de ls seres queridos inmediatos. Sin la menor empatía por el mundo, más allá de su círculo próximo.

  11. 11
    kiki says:

    Agnola, muchas gracias por el apartado sobre Sissi que has agregado a la entrada y por los enlaces. Espero que muchas ardillitas se animen a participar en esta entretenida tertulia. Creo que la figura de esta mujer ha tenido tantas y tan diversas interpretaciones a lo largo del tiempo que sería interesante comentarlas entre los participantes.

    Muy lista para entrar en esta nueva aventura literaria. Ánimo, ardillas, a pedirse el libro YA.

    Nueces para tod@s.

  12. 12
    Agnola says:

    Este fin de semana viene la última entrega del club de lectura de octubre. Os adelanto que la cosa está como para llorar 🙁 Pobres Romanov y Romanovcitos…

    El libro sobre Sissi está interesantísimo. Ya pronto abro la página para empezar nuestra lectura de Noviembre ¡Qué emoción!